terça-feira, 19 de outubro de 2010

Una aventura en la Ciudad Blanca

En el sitio de la municipalidad de Arequipa, Perú, está una citación: "Arequipa un oasis entre el desierto y la montaña; un campo verde de todos los matices, entre el bermejo austero del desierto y el misterioso violeta de los cerros gigantes."

Fue Augusto Sánchez Guillén, con sus ojos dulces bajo cejas gruesas, que nos presentó a la "Ciudad Blanca", así llamada por sus hermosos edificios constituidos por una roca volcánica de color claro. El tenía 68 años cuando nos conocimos en Arequipa, Perú, en 2007.  


Descendiente de italianos y españoles, Profesor de Historia jubilado, Economista y Administrador Público, el ocupaba un cargo en el gobierno, pero pasaba poco tiempo en la oficina. Visitaba e conversaba con la gente. Niños, jóvenes, adultos y ancianos conocían el profesor, y siempre tenían algo que decirle. Guillén escuchaba atentamente. “Nadie es mejor que otro”, afirmaba. “Así es”.


Guillén nos presentó a los residentes locales y a una obra que cambió la vida e la economía de la región. El señor Guillén nos llevó a conocer un símbolo del paisaje de Arequipa, el Misti, volcán inactivo con circa de 5,800 metros de altitud y la cresta cubierta de nieve.

La ruta de acceso al Misti pasa por un parque de preservación, donde se puede observar  vicuñas, alpacas y llamas. En la altitud, la vegetación es escasa y los animales cruzan la carretera como quisieran ver, también ellos, a los visitantes.




Hasta los años 1980, los arequipeños vivían parte del tiempo sin energía. Augusto Sánchez Guillén trabajó en la obra de construcción de la central hidroeléctrica Charcani V, ubicada en las faldas del volcán Misti, durante ocho años, y recuerda lo que fue esta aventura.


 La central fue construida a una altitud de 3,800 metros. La ejecución requería la excavación de un túnel en el interior del Misti, en que se repetían temblores hasta 30 veces por día y donde la temperatura llegaba a 18º bajo cero. Se construyó asimismo un túnel de 11 km que permitió generar una caída de agua de 690 metros hasta las turbinas. Para los trabajadores, esta fue una prueba de coraje y determinación.


El impacto del suministro de energía estable fue inmediato y positivo. La central hidroeléctrica iluminó la ciudad. Se desarrolló la agroindustria e la industria metal-mecánica en los alrededores de la ciudad. La gente empezó a llegar, a inaugurar nuevos barrios y centros comerciales. En las tierras donde no vivía nadie se encuentran actualmente asentamientos con miles de familias. 




La Ciudad Blanca tiene otras atracciones, además de Misti y de la arquitectura, una fusión de características europeas y autóctonasEs indispensable probar los platos típicos, como el riquísimo chupe de camarón, el cauche de queso y el rocoto relleno. Pero cuidado: si no te gusta la comida picante, no le pida al rocoto relleno!

Más una curiosidad: Arequipa fue fundada en el sitio de una antigua ciudad Inca. Los arequipeños, de algún modo, no se sienten como los demás peruanos. La influencia de los españoles en su cultura non fue significativa como en otras partes del país.


La población es orgullosa de su historia y de la resistencia de su cultura. Así, por tradición, los arequipeños llaman a su tierra República Independiente de Arequipa, mantienen moneda propia e tienen, incluso, pasaporte concedido a título honorífico para aquellos que son considerados bienvenidos.

Guardo con cariño el pasaporte. Pienso que volví de Perú un poco arequipeña.



Viajé a Arequipa para escribir un informe sobre las actividades sociales en 28 años de trabajo de Odebrecht Perú Inginiería y Construcción. Este informe está en Internet.  
Foto de Augusto Sánchez Guillén: Roberto Rosa

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